Mi rutina comienza con el café de la mañana,
tan caliente que
mientras lo bebo,
me imagino saboreando la sed de tu boca.
Mi rutina termina con el café de tus ojos,
invadiendo mi mente, mi espacio, y
mi tiempo.
Y te pido perdón por no querer evadirte de
mis hábitos más perversos.
Aunque si lo pienso...
no te pido perdón,
te pido PIEDAD.
Haces de mi rutina, la mayor depravación sexual.
Comentarios
Publicar un comentario