Cierro
los ojos
por
un momento
y me
voy.
Me voy, volando hacia donde estás
Y
ahí te encuentro.
Te miro,
como
si no quisiera mirar
a
nadie más.
Me acerco.
Te tengo a un metro,
y no
sé si quedarme
o
salir corriendo.
El corazón se
me
sale del pecho.
Camino muy despacio,
sin
poder dejar de mirarte.
Sos como una criatura,
altamente
fascinante.
Me freno.
El instinto me dice
que
no puedo, me doy la vuelta
y me
voy.
Estoy a punto de rendirme,
y de
repente el mundo se detiene
cuando
chocan tus ojos con los míos.
El aire se vuelve denso,
el
silencio inexorable.
Un paso más,
y te respiro.
A mi
alrededor,
no
existe nadie más.
Escucho los latidos
de
tu dulce corazón.
Te rozo,
y te
acaricio
hasta
la más mínima expresión.
Ardes,
como el mismísimo infierno.
Más cerca estoy,
y
más fuerte te
siento.
Te huelo,
y
mis escasos sentidos
entran
en jaque.
Mis labios
besan
tu frente,
y en
el camino
desesperado
hacia tu boca
entrecierras
los ojos tiernamente
dejándote caer.
Te despertás
y ves a tu lado
la misma mujer
de todos los días.
Suspiras con una
mezcla de alivio y
desesperación.
Ni siquiera
sos consciente que
en
este momento,
estas
pensando en mi
tanto
como yo en vos.
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